Gentileza del Diario La Voz del Interior de la Ciudad de Córdoba/Arg.-
Peterriesenfeldb31@gmail.com
LA VOZ Del Interior
CÓRDOBA CIUDAD 04/07/2014 00:01
Por Héctor Brondo
Hace 70 años, La Cañada se domesticaba
El 4 de julio de 1944, se daban por iniciadas las obras para sistematizar el arroyo que causaba graves problemas en épocas de inundaciones. Hoy, con sus tipas, es uno de los símbolos de nuestra
Durante varios siglos, el reguero que bajaba desde el valle de Paravachasca como una inofensiva serpiente de agua para unir su derrotero al del río Suquía, fue ignorado por los ilustres vecinos del centro de la ciudad. De este lado del arroyuelo, se conservaban casi intactas las 70 manzanas que trazara don Lorenzo Suárez de Figueroa en 1577, cuando Córdoba daba sus primeros pasos por el camino de la historia.
En la otra orilla, insignificante en apariencia, los marginados se las arreglaban como podían para sobrevivir; se regían más por el instinto que por las leyes de los fundadores.
Así, La Cañada se presentaba como el límite natural –hacia el oeste– entre el sueño de prosperidad de los bien acomodados del centro y el desvelo de quienes purgaban las culpas de la pobreza en el arrabal.
Aparecía como la línea que separaba a los blancos de los morenos, a los ricos de los pobres, a los instruidos de los analfabetos, a los patrones de los mancebos.
Pero en 1639, el rastro donde desagotaban el agua jabonosa los lavaderos de las casas que le daban la espalda desde siempre, trocó su mansedumbre por fiereza luego de una lluvia torrencial sobre las sierras.
El arroyo se desbocó y embistió como aluvión de barro contra el caserío del pozo, sin distinguir entre muros sagrados y profanos. A mazazos de agua borrascosa volteó la primera iglesia de Santo Domingo e inundó el patio de oración de la Compañía de Jesús y el del templo de los franciscanos. También cubrió de fango calles, viviendas y negocios.
El Calicanto
Tres décadas (y varias tragedias) después, el gobernador colonial Ángel de Peredo mandó a construir el Calicanto para prevenir futuros ataques de furia del riachuelo. Andrés Gutiérrez de Lorca se encargó de concretar el proyecto. Utilizó como mano de obra a esclavos negros y aborígenes. De aquellos paredones de piedra y cal se conserva un tramo corto al sur del bulevar San Juan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario